sábado, 16 de marzo de 2013

Jennifer Lopez, indignada con Marc Anthony


La artista no aprueba que su exesposo salga con la joven de 22 años, a quien conoce desde que era una adolescente.
                                       Marc Antoni y Chloe Green

El conocido cantante portorriqueño Marc Anthony está hechizado desde que comenzara hace menos de un mes un romance con la británica Chloe Green, heredera de la empresa de moda Topshop. Sin embargo, Jennifer Lopez no solo no celebra el buen momento que vive su exmarido, sino que además se ha sentido bastante molesta al ver a los dos hijos que tiene con el artista tienen buena sintonía con la joven inglesa, quien no se privó de besar al cantante frente a ellos en el parque californiano de Disneyland, donde aparecieron las primeras imágenes de la pareja.
"Jennifer no pudo soportar ver a Marc y a Chloe besándose y abrazándose delante de los pequeños y sintió ganas de arrancarle el pelo cuando la vio a sujetando a los niños en brazos. Y es incluso peor, porque Jennifer conoce a Chloe y a su padre desde que Chloe era adolescente. Se siente totalmente traicionada, pero Marc simplemente siente que le está dando a su exmujer un poco de su propia medicina", reveló una fuente al portal Showbizspy.
Esta medicina no es otra que los 22 años de Chloe Green, que compiten directamente con los 25 de Casper Smart, con quien JLo comparte su vida desde 2011. Aunque el coreógrafo ha sido la primera conquista de la cantante neoyorquina desde su divorcio en 2011, Marc Anthony ya había intentado rehacer su vida sentimental con la modelo Shannon de Lima, relación a la que puso fin el pasado enero.
Sea como fuere, tanto el nombre de Shannon de Lima como el de Casper Smart y Chloe Green demuestran que los dos cantantes han querido encontrar el amor en personas mucho más jóvenes que ellos. Aunque podría tratarse de una casualidad, también podría mostrar la lucha que disputan Anthony y Lopez por ver quién encuentra un mejor compañero, un juego en el que el artista boricua siente que ha "triunfado" con el buen partido que supone Green.
"Jennifer y Marc siempre han sido muy competitivos sobre quién sale más airoso de su separación. Ahora con Chloe, Marc se ha crecido bastante. Jennifer siempre se sintió orgullosa de mostrar a Casper, que es tan joven que podría parecer su hijo, pero Marc siente que lo suyo con Chloe es un verdadero triunfo, porque tiene 22 años, es tres años más joven que Casper, y además es multimillonaria", añadió el informante.

miércoles, 6 de marzo de 2013

Cuando un caudillo muere


¿Habrá chavismo sin Chávez? Sin duda. Pero los caudillos son, por definición, fenómenos individuales. Maduro será si mucho una sombra desteñida de quien lo eligió a dedo.

Por: Héctor Abad / Especial para El Espectador

                                                           El presidente Hugo Chávez falleció a los 58 años.
La muerte de un presidente en ejercicio es siempre traumática para cualquier país. Cuando ese presidente, además de serlo porque fue elegido por votación popular, es también un caudillo que ha acumulado catorce años al mando de su nación, y ha aferrado en su puño casi todas las ramas del poder, el trauma es mucho más hondo, y los efectos de su muerte más difíciles de calcular. Algo que hay que señalar de inmediato como positivo (y esta es una lección que Venezuela le ha dado siempre a los colombianos), es que el vicepresidente Maduro, al anunciar la muerte de Chávez, lanzó un llamado a todo su país para que haya respeto, no violencia y paz.

Esta señal de madurez y este llamado a la convivencia son convenientes para la transición que sigue en Venezuela. Ojalá este sea el tono, y no el paranoico de pocas horas antes, cuando acusó al enemigo de haber inoculado el cáncer de Chávez. Si el tono sereno y conciliador se mantiene, no se vislumbran golpes militares ni enfrentamientos violentos, sino nuevas elecciones.

Según la Constitución será ahora el presidente de la Asamblea, Diosdado Cabello, quien gobierne a Venezuela, mientras se convoca a nuevos comicios. Es probable que este mes se mantenga la ola de conmoción y solidaridad que dejará el fallecimiento de Chávez y eso permite prever que el escenario más probable sea que el chavismo unido consiga mantenerse en el poder. Desde ya empiezan a repetirse, como un testamento a ser respetado, las últimas palabras de Chávez antes de salir para su último y fallido tratamiento en Cuba: Maduro, con un convencimiento pleno como la luna llena, es su sucesor, el ungido. Todo este mes vamos a oír, como un martillo, este testamento político.

Pero para lograr que esa encrucijada de tendencias distintas lleguen unidas a las urnas (única garantía para poder derrotar nuevamente a Capriles, si es que la oposición vuelve a presentarse con un solo nombre), Nicolás Maduro tendrá que jugar con mucha cautela esa partida. Deberá darle mucho juego al hombre favorito de las Fuerzas Armadas, y su íntimo enemigo, Diosdado Cabello. Tendrá que ser muy generoso con la familia Chávez en el estado que por herencia de sangre dominan, Barinas, y donde se han turnado el padre y dos hermanos, compitiendo siempre por el poder. Tendrá que navegar en las aguas turbias de los fundamentalistas, de los negociantes, de los más ideológicos y los más aprovechados.

El chavismo es un entramado de ideales socialistas sinceros (casi siempre más torpes que iluminados), de populismo barato para mantenerse en el poder, de vulgar corrupción boliburguesa (Venezuela está catalogada como uno de los países más corruptos del mundo), de intereses privados y públicos que deben repartirse la sustanciosa marrana del petróleo y de un aparato estatal gigantesco y financiado casi por completo por las exportaciones de petróleo. Sin el petróleo habría sido imposible el populismo perfecto del carismático ex teniente coronel, primero golpista y luego presidente legítimo.

La situación económica interna de Venezuela no es favorable, aunque pudo mantenerse más o menos a flote hasta las pasadas elecciones, como se mantuvo vivo con aparatos, artificialmente, al presidente agonizante. Así como se negó durante meses su gravedad, esa misma negación se aplica a la situación de desabastecimiento que se vive en el país (víveres, energía, bienes de primera necesidad, insumos y materias primas para la maltrecha industria que sobrevive).

Después del moribundo Chávez, habrá que enfrentar la otra verdad de la moribunda economía venezolana. Las anteriores elecciones, ganadas por Chávez con el 55% de los votos, dejaron las arcas aún más secas y maltrechas, por lo mucho que hubo que aceitar las clientelas que reciben beneficios de un régimen eminentemente demagógico.

Es posible que en este mes -apoyado por la paradójica euforia del luto- Maduro consiga mantener unido al chavismo hasta llevarlo a ganar las elecciones. Pero a partir de su triunfo todos los nudos llegarán al peine, todas las dificultades se harán patentes, y será la muerte del caudillo, su ausencia, el nuevo comodín que se usará para explicar todos los desastres que, en realidad, él mismo causó. Los desastres y los logros, me dirán.

Sin duda un hombre que ganó casi todas las elecciones en las que participó, algo sustancioso debió darle a la mayoría de los votantes venezolanos, y es verdad. Pero lo triste está precisamente en ese verbo: dar. Un gobierno no es, o no debería ser (y esto lo estamos viviendo cada vez más en Colombia) simplemente una chequera inmensa que regala y subsidia a los más o a los menos necesitados. Porque el problema del populismo electoral -sobre todo en países rentistas y mineros como Venezuela- es que todo el aparato productivo se resiente, si casi todo se importa y se regala, salvo el petróleo. El modelo del subsidio perpetuo no funciona en un país grande y complejo como Venezuela.

¿Habrá chavismo sin Chávez? Sin duda. Pero los caudillos son, por definición, fenómenos individuales, cuya herencia hay que repartir entre muchos que carecen de su halo. Maduro será si mucho una sombra desteñida de quien lo eligió a dedo en su momento de mayor debilidad física.

Chávez tuvo la suerte de poderse gastar casi hasta la última gota no solo su prestigio sino también la riqueza de un país inmensamente rico e inmensamente ineficiente. Al chavismo heredero le tocará gobernar con lo que queda y con los azares de lo que pueda suceder con la producción y los precios del petróleo. Lo más probable es que en los próximos cinco años nos toque asistir al desmoronamiento de algo que no fue construido sobre la piedra sólida, sino sobre la arena, o, para decirlo a la manera de Bolívar, arado en el mar y edificado en el viento.

Cuando un caudillo muere


¿Habrá chavismo sin Chávez? Sin duda. Pero los caudillos son, por definición, fenómenos individuales. Maduro será si mucho una sombra desteñida de quien lo eligió a dedo.

Por: Héctor Abad / Especial para El Espectador

                                                           El presidente Hugo Chávez falleció a los 58 años.
La muerte de un presidente en ejercicio es siempre traumática para cualquier país. Cuando ese presidente, además de serlo porque fue elegido por votación popular, es también un caudillo que ha acumulado catorce años al mando de su nación, y ha aferrado en su puño casi todas las ramas del poder, el trauma es mucho más hondo, y los efectos de su muerte más difíciles de calcular. Algo que hay que señalar de inmediato como positivo (y esta es una lección que Venezuela le ha dado siempre a los colombianos), es que el vicepresidente Maduro, al anunciar la muerte de Chávez, lanzó un llamado a todo su país para que haya respeto, no violencia y paz.

Esta señal de madurez y este llamado a la convivencia son convenientes para la transición que sigue en Venezuela. Ojalá este sea el tono, y no el paranoico de pocas horas antes, cuando acusó al enemigo de haber inoculado el cáncer de Chávez. Si el tono sereno y conciliador se mantiene, no se vislumbran golpes militares ni enfrentamientos violentos, sino nuevas elecciones.

Según la Constitución será ahora el presidente de la Asamblea, Diosdado Cabello, quien gobierne a Venezuela, mientras se convoca a nuevos comicios. Es probable que este mes se mantenga la ola de conmoción y solidaridad que dejará el fallecimiento de Chávez y eso permite prever que el escenario más probable sea que el chavismo unido consiga mantenerse en el poder. Desde ya empiezan a repetirse, como un testamento a ser respetado, las últimas palabras de Chávez antes de salir para su último y fallido tratamiento en Cuba: Maduro, con un convencimiento pleno como la luna llena, es su sucesor, el ungido. Todo este mes vamos a oír, como un martillo, este testamento político.

Pero para lograr que esa encrucijada de tendencias distintas lleguen unidas a las urnas (única garantía para poder derrotar nuevamente a Capriles, si es que la oposición vuelve a presentarse con un solo nombre), Nicolás Maduro tendrá que jugar con mucha cautela esa partida. Deberá darle mucho juego al hombre favorito de las Fuerzas Armadas, y su íntimo enemigo, Diosdado Cabello. Tendrá que ser muy generoso con la familia Chávez en el estado que por herencia de sangre dominan, Barinas, y donde se han turnado el padre y dos hermanos, compitiendo siempre por el poder. Tendrá que navegar en las aguas turbias de los fundamentalistas, de los negociantes, de los más ideológicos y los más aprovechados.

El chavismo es un entramado de ideales socialistas sinceros (casi siempre más torpes que iluminados), de populismo barato para mantenerse en el poder, de vulgar corrupción boliburguesa (Venezuela está catalogada como uno de los países más corruptos del mundo), de intereses privados y públicos que deben repartirse la sustanciosa marrana del petróleo y de un aparato estatal gigantesco y financiado casi por completo por las exportaciones de petróleo. Sin el petróleo habría sido imposible el populismo perfecto del carismático ex teniente coronel, primero golpista y luego presidente legítimo.

La situación económica interna de Venezuela no es favorable, aunque pudo mantenerse más o menos a flote hasta las pasadas elecciones, como se mantuvo vivo con aparatos, artificialmente, al presidente agonizante. Así como se negó durante meses su gravedad, esa misma negación se aplica a la situación de desabastecimiento que se vive en el país (víveres, energía, bienes de primera necesidad, insumos y materias primas para la maltrecha industria que sobrevive).

Después del moribundo Chávez, habrá que enfrentar la otra verdad de la moribunda economía venezolana. Las anteriores elecciones, ganadas por Chávez con el 55% de los votos, dejaron las arcas aún más secas y maltrechas, por lo mucho que hubo que aceitar las clientelas que reciben beneficios de un régimen eminentemente demagógico.

Es posible que en este mes -apoyado por la paradójica euforia del luto- Maduro consiga mantener unido al chavismo hasta llevarlo a ganar las elecciones. Pero a partir de su triunfo todos los nudos llegarán al peine, todas las dificultades se harán patentes, y será la muerte del caudillo, su ausencia, el nuevo comodín que se usará para explicar todos los desastres que, en realidad, él mismo causó. Los desastres y los logros, me dirán.

Sin duda un hombre que ganó casi todas las elecciones en las que participó, algo sustancioso debió darle a la mayoría de los votantes venezolanos, y es verdad. Pero lo triste está precisamente en ese verbo: dar. Un gobierno no es, o no debería ser (y esto lo estamos viviendo cada vez más en Colombia) simplemente una chequera inmensa que regala y subsidia a los más o a los menos necesitados. Porque el problema del populismo electoral -sobre todo en países rentistas y mineros como Venezuela- es que todo el aparato productivo se resiente, si casi todo se importa y se regala, salvo el petróleo. El modelo del subsidio perpetuo no funciona en un país grande y complejo como Venezuela.

¿Habrá chavismo sin Chávez? Sin duda. Pero los caudillos son, por definición, fenómenos individuales, cuya herencia hay que repartir entre muchos que carecen de su halo. Maduro será si mucho una sombra desteñida de quien lo eligió a dedo en su momento de mayor debilidad física.

Chávez tuvo la suerte de poderse gastar casi hasta la última gota no solo su prestigio sino también la riqueza de un país inmensamente rico e inmensamente ineficiente. Al chavismo heredero le tocará gobernar con lo que queda y con los azares de lo que pueda suceder con la producción y los precios del petróleo. Lo más probable es que en los próximos cinco años nos toque asistir al desmoronamiento de algo que no fue construido sobre la piedra sólida, sino sobre la arena, o, para decirlo a la manera de Bolívar, arado en el mar y edificado en el viento.

Cuando un caudillo muere


¿Habrá chavismo sin Chávez? Sin duda. Pero los caudillos son, por definición, fenómenos individuales. Maduro será si mucho una sombra desteñida de quien lo eligió a dedo.

Por: Héctor Abad / Especial para El Espectador

                                                           El presidente Hugo Chávez falleció a los 58 años.
La muerte de un presidente en ejercicio es siempre traumática para cualquier país. Cuando ese presidente, además de serlo porque fue elegido por votación popular, es también un caudillo que ha acumulado catorce años al mando de su nación, y ha aferrado en su puño casi todas las ramas del poder, el trauma es mucho más hondo, y los efectos de su muerte más difíciles de calcular. Algo que hay que señalar de inmediato como positivo (y esta es una lección que Venezuela le ha dado siempre a los colombianos), es que el vicepresidente Maduro, al anunciar la muerte de Chávez, lanzó un llamado a todo su país para que haya respeto, no violencia y paz.

Esta señal de madurez y este llamado a la convivencia son convenientes para la transición que sigue en Venezuela. Ojalá este sea el tono, y no el paranoico de pocas horas antes, cuando acusó al enemigo de haber inoculado el cáncer de Chávez. Si el tono sereno y conciliador se mantiene, no se vislumbran golpes militares ni enfrentamientos violentos, sino nuevas elecciones.

Según la Constitución será ahora el presidente de la Asamblea, Diosdado Cabello, quien gobierne a Venezuela, mientras se convoca a nuevos comicios. Es probable que este mes se mantenga la ola de conmoción y solidaridad que dejará el fallecimiento de Chávez y eso permite prever que el escenario más probable sea que el chavismo unido consiga mantenerse en el poder. Desde ya empiezan a repetirse, como un testamento a ser respetado, las últimas palabras de Chávez antes de salir para su último y fallido tratamiento en Cuba: Maduro, con un convencimiento pleno como la luna llena, es su sucesor, el ungido. Todo este mes vamos a oír, como un martillo, este testamento político.

Pero para lograr que esa encrucijada de tendencias distintas lleguen unidas a las urnas (única garantía para poder derrotar nuevamente a Capriles, si es que la oposición vuelve a presentarse con un solo nombre), Nicolás Maduro tendrá que jugar con mucha cautela esa partida. Deberá darle mucho juego al hombre favorito de las Fuerzas Armadas, y su íntimo enemigo, Diosdado Cabello. Tendrá que ser muy generoso con la familia Chávez en el estado que por herencia de sangre dominan, Barinas, y donde se han turnado el padre y dos hermanos, compitiendo siempre por el poder. Tendrá que navegar en las aguas turbias de los fundamentalistas, de los negociantes, de los más ideológicos y los más aprovechados.

El chavismo es un entramado de ideales socialistas sinceros (casi siempre más torpes que iluminados), de populismo barato para mantenerse en el poder, de vulgar corrupción boliburguesa (Venezuela está catalogada como uno de los países más corruptos del mundo), de intereses privados y públicos que deben repartirse la sustanciosa marrana del petróleo y de un aparato estatal gigantesco y financiado casi por completo por las exportaciones de petróleo. Sin el petróleo habría sido imposible el populismo perfecto del carismático ex teniente coronel, primero golpista y luego presidente legítimo.

La situación económica interna de Venezuela no es favorable, aunque pudo mantenerse más o menos a flote hasta las pasadas elecciones, como se mantuvo vivo con aparatos, artificialmente, al presidente agonizante. Así como se negó durante meses su gravedad, esa misma negación se aplica a la situación de desabastecimiento que se vive en el país (víveres, energía, bienes de primera necesidad, insumos y materias primas para la maltrecha industria que sobrevive).

Después del moribundo Chávez, habrá que enfrentar la otra verdad de la moribunda economía venezolana. Las anteriores elecciones, ganadas por Chávez con el 55% de los votos, dejaron las arcas aún más secas y maltrechas, por lo mucho que hubo que aceitar las clientelas que reciben beneficios de un régimen eminentemente demagógico.

Es posible que en este mes -apoyado por la paradójica euforia del luto- Maduro consiga mantener unido al chavismo hasta llevarlo a ganar las elecciones. Pero a partir de su triunfo todos los nudos llegarán al peine, todas las dificultades se harán patentes, y será la muerte del caudillo, su ausencia, el nuevo comodín que se usará para explicar todos los desastres que, en realidad, él mismo causó. Los desastres y los logros, me dirán.

Sin duda un hombre que ganó casi todas las elecciones en las que participó, algo sustancioso debió darle a la mayoría de los votantes venezolanos, y es verdad. Pero lo triste está precisamente en ese verbo: dar. Un gobierno no es, o no debería ser (y esto lo estamos viviendo cada vez más en Colombia) simplemente una chequera inmensa que regala y subsidia a los más o a los menos necesitados. Porque el problema del populismo electoral -sobre todo en países rentistas y mineros como Venezuela- es que todo el aparato productivo se resiente, si casi todo se importa y se regala, salvo el petróleo. El modelo del subsidio perpetuo no funciona en un país grande y complejo como Venezuela.

¿Habrá chavismo sin Chávez? Sin duda. Pero los caudillos son, por definición, fenómenos individuales, cuya herencia hay que repartir entre muchos que carecen de su halo. Maduro será si mucho una sombra desteñida de quien lo eligió a dedo en su momento de mayor debilidad física.

Chávez tuvo la suerte de poderse gastar casi hasta la última gota no solo su prestigio sino también la riqueza de un país inmensamente rico e inmensamente ineficiente. Al chavismo heredero le tocará gobernar con lo que queda y con los azares de lo que pueda suceder con la producción y los precios del petróleo. Lo más probable es que en los próximos cinco años nos toque asistir al desmoronamiento de algo que no fue construido sobre la piedra sólida, sino sobre la arena, o, para decirlo a la manera de Bolívar, arado en el mar y edificado en el viento.

Los pecados de la Iglesia


Por: Arlene B. Tickner

Cincuenta años después de que el papa Juan XXIII hiciera un llamado a “abrir las ventanas” de la Iglesia católica, el potencial renovador del Concilio Vaticano II ha quedado truncado.
                                                                Benedicto XVI
En especial, la democratización y la apertura, el acercamiento a los laicos y el compromiso con la justicia social no se han materializado. Tal vez por ello la Iglesia se encuentra dividida entre un ala conservadora que se aferra al poder en el Vaticano y un sector reformista desilusionado con el dogmatismo que se ha impuesto dentro de la institución.

El empecinamiento en mantener la prohibición del sacerdocio de las mujeres, de la ordenación de los hombres casados y de los homosexuales, del uso de anticonceptivos y de la comunión para los divorciados, entre otras, también la ha distanciado de sus propios feligreses. La vehemencia con la que el papa saliente, Benedicto XVI, ha combatido los vientos de cambio se ilustra bien con un pronunciamiento reciente sobre el Leadership Council of Women Religious, que agrupa al 80% de las monjas estadounidenses: lo acusó de practicar “perspectivas feministas radicales” y de violar las enseñanzas de la Iglesia sobre el homosexualismo, la ordenación de las mujeres y el aborto.

Más grave aún, el catolicismo atraviesa una profunda crisis de legitimidad provocada por sucesivos episodios de corrupción y abuso sexual. Si bien los escándalos financieros son tan antiguos como la Iglesia, en 2012 las revelaciones de los “vatileaks”, en combinación con la identificación de la ciudad del Vaticano por parte de Estados Unidos como posible centro de lavado de dinero para actividades criminales asociadas al narcotráfico, resaltaron el carácter endémico de la corrupción.

La magnitud de estas acusaciones obligó a la Santa Sede, que típicamente ha negado su responsabilidad en cualquier acto ilegal, a comprometerse con el respeto por el derecho internacional bancario para impedir el lavado de dinero, la financiación de organizaciones terroristas y la evasión de impuestos. Sin embargo, el Consejo Europeo dictaminó recientemente que pese a las buenas intenciones de Benedicto XVI, la Ciudad del Vaticano no cumple con los requisitos necesarios para estar en la “lista blanca” de países que cumplen con las reglas de juego existentes.

Algo similar ocurre con el abuso de menores, cuyo manejo ha evidenciado una combinación de indiferencia y esfuerzos sistemáticos por ocultar dichos crímenes. A su favor, el papa publicó en 2010 unas “nuevas normas” que extienden la jurisdicción temporal de la Santa Sede para juzgar casos pasados de abuso, lo cual es importante si se considera que en países como Estados Unidos la mayoría se presentaron entre los años 60 y los 80. Sin embargo, al no establecer la obligación de reportar a los abusadores a las autoridades civiles estas normas perpetúan el statu quo. Entre las razones que llevaron a la renuncia de Benedicto también se especula que hay otro escándalo sexual que involucra a una red de sacerdotes homosexuales dentro del Vaticano que está siendo sobornada por prostitutas de Roma.

Por más cáustico que suene, en cualquier otro lugar del mundo, un Estado anacrónico, corrupto, pedófilo, sexista, autoritario y sordo ante los reclamos de sus “ciudadanos” sería tildado de “canalla” (en inglés, rogue state). ¿Por qué los pecados de la Iglesia católica en Ciudad del Vaticano deben tratarse de otro modo?

Los pecados de la Iglesia


Por: Arlene B. Tickner

Cincuenta años después de que el papa Juan XXIII hiciera un llamado a “abrir las ventanas” de la Iglesia católica, el potencial renovador del Concilio Vaticano II ha quedado truncado.
                                                                Benedicto XVI
En especial, la democratización y la apertura, el acercamiento a los laicos y el compromiso con la justicia social no se han materializado. Tal vez por ello la Iglesia se encuentra dividida entre un ala conservadora que se aferra al poder en el Vaticano y un sector reformista desilusionado con el dogmatismo que se ha impuesto dentro de la institución.

El empecinamiento en mantener la prohibición del sacerdocio de las mujeres, de la ordenación de los hombres casados y de los homosexuales, del uso de anticonceptivos y de la comunión para los divorciados, entre otras, también la ha distanciado de sus propios feligreses. La vehemencia con la que el papa saliente, Benedicto XVI, ha combatido los vientos de cambio se ilustra bien con un pronunciamiento reciente sobre el Leadership Council of Women Religious, que agrupa al 80% de las monjas estadounidenses: lo acusó de practicar “perspectivas feministas radicales” y de violar las enseñanzas de la Iglesia sobre el homosexualismo, la ordenación de las mujeres y el aborto.

Más grave aún, el catolicismo atraviesa una profunda crisis de legitimidad provocada por sucesivos episodios de corrupción y abuso sexual. Si bien los escándalos financieros son tan antiguos como la Iglesia, en 2012 las revelaciones de los “vatileaks”, en combinación con la identificación de la ciudad del Vaticano por parte de Estados Unidos como posible centro de lavado de dinero para actividades criminales asociadas al narcotráfico, resaltaron el carácter endémico de la corrupción.

La magnitud de estas acusaciones obligó a la Santa Sede, que típicamente ha negado su responsabilidad en cualquier acto ilegal, a comprometerse con el respeto por el derecho internacional bancario para impedir el lavado de dinero, la financiación de organizaciones terroristas y la evasión de impuestos. Sin embargo, el Consejo Europeo dictaminó recientemente que pese a las buenas intenciones de Benedicto XVI, la Ciudad del Vaticano no cumple con los requisitos necesarios para estar en la “lista blanca” de países que cumplen con las reglas de juego existentes.

Algo similar ocurre con el abuso de menores, cuyo manejo ha evidenciado una combinación de indiferencia y esfuerzos sistemáticos por ocultar dichos crímenes. A su favor, el papa publicó en 2010 unas “nuevas normas” que extienden la jurisdicción temporal de la Santa Sede para juzgar casos pasados de abuso, lo cual es importante si se considera que en países como Estados Unidos la mayoría se presentaron entre los años 60 y los 80. Sin embargo, al no establecer la obligación de reportar a los abusadores a las autoridades civiles estas normas perpetúan el statu quo. Entre las razones que llevaron a la renuncia de Benedicto también se especula que hay otro escándalo sexual que involucra a una red de sacerdotes homosexuales dentro del Vaticano que está siendo sobornada por prostitutas de Roma.

Por más cáustico que suene, en cualquier otro lugar del mundo, un Estado anacrónico, corrupto, pedófilo, sexista, autoritario y sordo ante los reclamos de sus “ciudadanos” sería tildado de “canalla” (en inglés, rogue state). ¿Por qué los pecados de la Iglesia católica en Ciudad del Vaticano deben tratarse de otro modo?

Los pecados de la Iglesia


Por: Arlene B. Tickner

Cincuenta años después de que el papa Juan XXIII hiciera un llamado a “abrir las ventanas” de la Iglesia católica, el potencial renovador del Concilio Vaticano II ha quedado truncado.
                                                                Benedicto XVI
En especial, la democratización y la apertura, el acercamiento a los laicos y el compromiso con la justicia social no se han materializado. Tal vez por ello la Iglesia se encuentra dividida entre un ala conservadora que se aferra al poder en el Vaticano y un sector reformista desilusionado con el dogmatismo que se ha impuesto dentro de la institución.

El empecinamiento en mantener la prohibición del sacerdocio de las mujeres, de la ordenación de los hombres casados y de los homosexuales, del uso de anticonceptivos y de la comunión para los divorciados, entre otras, también la ha distanciado de sus propios feligreses. La vehemencia con la que el papa saliente, Benedicto XVI, ha combatido los vientos de cambio se ilustra bien con un pronunciamiento reciente sobre el Leadership Council of Women Religious, que agrupa al 80% de las monjas estadounidenses: lo acusó de practicar “perspectivas feministas radicales” y de violar las enseñanzas de la Iglesia sobre el homosexualismo, la ordenación de las mujeres y el aborto.

Más grave aún, el catolicismo atraviesa una profunda crisis de legitimidad provocada por sucesivos episodios de corrupción y abuso sexual. Si bien los escándalos financieros son tan antiguos como la Iglesia, en 2012 las revelaciones de los “vatileaks”, en combinación con la identificación de la ciudad del Vaticano por parte de Estados Unidos como posible centro de lavado de dinero para actividades criminales asociadas al narcotráfico, resaltaron el carácter endémico de la corrupción.

La magnitud de estas acusaciones obligó a la Santa Sede, que típicamente ha negado su responsabilidad en cualquier acto ilegal, a comprometerse con el respeto por el derecho internacional bancario para impedir el lavado de dinero, la financiación de organizaciones terroristas y la evasión de impuestos. Sin embargo, el Consejo Europeo dictaminó recientemente que pese a las buenas intenciones de Benedicto XVI, la Ciudad del Vaticano no cumple con los requisitos necesarios para estar en la “lista blanca” de países que cumplen con las reglas de juego existentes.

Algo similar ocurre con el abuso de menores, cuyo manejo ha evidenciado una combinación de indiferencia y esfuerzos sistemáticos por ocultar dichos crímenes. A su favor, el papa publicó en 2010 unas “nuevas normas” que extienden la jurisdicción temporal de la Santa Sede para juzgar casos pasados de abuso, lo cual es importante si se considera que en países como Estados Unidos la mayoría se presentaron entre los años 60 y los 80. Sin embargo, al no establecer la obligación de reportar a los abusadores a las autoridades civiles estas normas perpetúan el statu quo. Entre las razones que llevaron a la renuncia de Benedicto también se especula que hay otro escándalo sexual que involucra a una red de sacerdotes homosexuales dentro del Vaticano que está siendo sobornada por prostitutas de Roma.

Por más cáustico que suene, en cualquier otro lugar del mundo, un Estado anacrónico, corrupto, pedófilo, sexista, autoritario y sordo ante los reclamos de sus “ciudadanos” sería tildado de “canalla” (en inglés, rogue state). ¿Por qué los pecados de la Iglesia católica en Ciudad del Vaticano deben tratarse de otro modo?

martes, 5 de marzo de 2013

Maduro dice que probará que “enemigos históricos” enfermaron a Chávez


POR: NOTICIASCARACOL.COM

"No tenemos ninguna duda de que algún día se probará científicamente que buscaron el punto para dañar la salud del presidente", aseguró


                                                                    Nicolás Maduro
Según el vicepresidente Nicolás Maduro, "es algo que ya le pasó a un reconocido líder, a Yasser Arafat (palestino). Y nos basamos en la información desclasificada".

El alto funcionario, además, reveló que expulsó a David del Monaco, agregado aéreo de la embajada de EE. UU., que supuestamente contactó a "militares activos en Venezuela para investigar la situación de Fuerzas Armadas y para proponerles proyectos desestabilizadores".

"Tiene 24 horas para recoger sus maletas e irse de Venezuela (...) ¡Venezuela se respeta!", exclamó.

"A Venezuela se le respeta, a nuestra Fuerza Armada se le respeta", subrayó Maduro y dio cuenta de que se está "tras las pistas de otros elementos que configuran todo este cuadro venenoso, para buscar perturbaciones, para tratar de hilar pequeñas perturbaciones, guerra de rumores, daños económicos, y configurar un cuadro para dar un zarpazo".

"Situación es complicada"

Nicolás Maduro indicó que Hugo Chávez atraviesa una situación de "complicación" en su estado de salud y afirmó que sus médicos se concentran en atenderlo.

                                                          Presidente Chavez

El vicepresidente indicó en un mensaje transmitido por televisión que "hay una situación de complicación" por una infección "muy severa" y "hay complicaciones en su situación respiratoria y el equipo medico está concentrado en atenderlo"